Carta a un niño en el final de su primera infancia

nino-pelea

Querido niño:

Te habrás dado cuenta de que las cosas a tu alrededor han cambiado bastante últimamente. Desde hace algún tiempo ya no eres el centro de atención y lo que haces y dices ya no tiene tanta gracia como antes. Sí, ahora cuando te quedas mirando a un desconocido ya no pone esa sonrisa estúpida ni hace ruiditos como si le hablase a un perro. Algo ha cambiado, porque antes dejabas caer algo al suelo y todos se descojonaban. Y cuando tu primo mayor te enseñó a decir “cipote”, ¡qué de carcajadas soltaban todos con sólo escucharte pronunciar esa palabra! Si lo intentas ahora, lo más probable es que tu madre te suelte una hostia o que tu padre te castigue. Piensas, y no te falta razón, que los mayores somos unos cabrones. ¿A qué venía lo de “qué listo es mi niño” por adivinar dónde estaba alguien a quién habías visto esconderse? ¿por qué tanto alborozo cuando conseguías comer tú solito un trozo de carne que te habían dejado cortadito en el plato, si cualquier imbécil es capaz de hacerlo? Te han engañado como a un tonto. Y lo peor es que a ellos se la suda. Es más, en este momento le están haciendo lo mismo a tu hermana pequeña en tus mismísimas narices.

Pero seamos realistas, tú también tienes una parte de la culpa. Y es que eres un puto coñazo, todo el día mamá esto, mamá lo otro, el primo me pegó, dile que me devuelva aquello, cómprame lo de más allá. En cuanto tus padres se despistan estás intentando tocar lo que te han dicho que no toques, corriendo de un lado para otro, molestando a la gente, … Digámoslo de una manera que te suene familiar (aunque aún no entiendas todo su alcance): siempre estás dando por culo.

Si te tuviera que dar un consejo, te diría que te dejes de tonterías y empieces a fijarte pronto en las chicas, en los chicos o en lo que tu primitivo instinto sexual te señale como más sugerente, y que dejases de montarle numeritos a tus padres cada dos por tres. Créeme, te lo agradecerán. Y con un poco de suerte descubrirás que los desconocidos no somos malos, que sólo usamos esa mirada asesina cuando alguien nos irrita.

No, no hace falta que me des las gracias, mejor ya hablamos cuando crezcas.

Un abrazo,

@Sr. Tresillo

This entry was posted in Fragmentos and tagged , . Bookmark the permalink.

1 Response to Carta a un niño en el final de su primera infancia

  1. Marta V says:

    Muy bueno Sr. Tresillo, me ha encantado este post. Muy actual ademas, con el ataque reproductor en masa que le ha entrado a nuestra generación. Muchos besos. Marta V.

Leave a comment