Gracias, Haddad

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Flickr/Gabriel de Andrade

Mi llegada a Sao Paulo coincidió con los primeros meses de la la legislatura de Fernando Haddad. Ganó un poco de rebote, no era el candidato favorito y la encuestas no apostaban por él. Pero a pesar de ello (o tal vez por eso mismo) gobernó estos cuatro años dispuesto a cambiar las cosas.

En general me cuesta hablar bien de los políticos, y cuando lo hago tengo la impresión de que, tarde o temprano, acabaré tragándome mis palabras. Y sin embargo, no puedo dejar de agradecer todo lo que Haddad ha hecho por la ciudad de Sao Paulo.

Su legislatura se caracterizó por una apuesta en la movilidad. Construyó más de 300 kilómetros de carriles-bici. Creó carriles exclusivos para autobuses. Redujo las velocidades máximas en varias carreteras. Restringió el acceso a los coches los domingos en algunas calles, incluyendo la Avenida Paulista. Amplió el horario de apertura al público del Minhocao, e incluso cambió su nombre oficial, que pasó de homenajear a un presidente de la dictadura o un presidente depuesto por el golpe de estado.

Todo esto sería ya reseñable en cualquier ciudad del mundo, pero hay que tener en cuenta que en Sao Paulo lo es más. Esta ciudad ha crecido exponencialmente en cien años, y lo ha hecho siguiendo un modelo totalmente pensado para el coche. Haddad rompió con esa lógica. Y por supuesto, eso le granjeó poderosos enemigos.

El Estadao, uno de los periódicos de mayor tirada, le ha dedicado durante su legislatura decenas de editoriales con títulos como: “Actitud irresponsable“, “Haddad, el tormento“, “Haddad, el higienista” o”Haddad ataca de nuevo“. Aunque quizás mi favorito sea “La demagogia de la movilidad“, con perlitas como: “Los dueños de los 7 millones de vehículos de la capital parecen no tener importancia [para el alcalde]” o “La mala actitud hacia el transporte individual perjudica a la ciudad”. También, en un claro ejemplo de demagogia, esa sí, cita los problemas que “médicos y enfermeros” que no podrían llegar a tiempo a sus trabajos por culpa de los recién implantados carriles-bus. Muy loco todo.

Todo esto ocurría mientras en el New York Times y el Wall Street Journal elogiaban a Haddad, llegando a decir cosas como que si fuera alcalde de San Francisco o Berlín se le consideraría un visionario.

Sin embargo, el mensaje cala. Recuerdo una anécdota hace unos años que lo ilustra. Unas compañeras se quejaban del tráfico en una avenida cercana a la Universidad, achacándolo a un nuevo carril-bus. “¡Y encima está vacío!”, apostillaban. Es decir, la causa del atasco no eran esos cientos de coches parados, sino el carril-bus. Y precisamente la demostración de que aquel carril funcionaba (y por eso estaba vacío), se usaba como argumento para decir que no servía para nada.

Pero el tiempo pasa y, como suele ocurrir con todas las políticas de movilidad, la gente ha superado el cabreo inicial y ha aceptado que sí, que realmente esas medidas no eran tan malas como parecían, y que puede que incluso sean buenas. Hoy en día un 92% de la población aprueba la implantación de carriles-bus. Lo mismo ha ocurrido con otras medidas que en su día fueron impopulares, como los carriles-bici o la reducción de la velocidad.

Vale la pena recordar que, en realidad, el poder del ayuntamiento para mejorar la movilidad es bastante limitado, ya que tanto el metro como los trenes dependen del estado. Ambos medios de transporte son relativamente poco extensos para el tamaño de la ciudad, y sus obras de ampliación llevan años de retraso por culpa de sobrecostes y corrupción. A pesar de ser cinco veces más grande que París, el metro de Sao Paulo es cinco veces menor. El gobernardor del estado, responsable de estas infraestructuras, fue reelegido hace dos años con una mayoría abrumadora de votos.

El pasado domingo Haddad perdió las elecciones en las que aspiraba a repetir mandato. Perdió, entre otras cosas, por el mal momento que pasa su partido, que es el mismo que el de Dilma Rouseff. Pero también, en mi opinión, por la mala prensa. Cualquiera que oyera a los paulistanos de bien quejarse de Haddad pensaría que los anteriores alcaldes habrían sido, no sé, Pepe Mujica o Nelson Mandela, y no gente de la calaña de Paulo Maluf, buscado por la Interpol por blanqueo de dinero.

El nuevo alcalde será Joao Doria, un empresario que ha triunfado vendiendo el tópico de “hombre hecho a sí mismo”. Entre sus promesas electorales están aumentar la velocidad máxima de nuevo y quitar carriles-bici allí “donde no se usen”. Como decía un ingeniero al que entrevisté para un artículo reciente, si en la nueva legislatura no se deshace nada de lo implementado, será ya algo positivo. Ya veremos qué ocurre.

Acabo con un agradecimiento al alcalde saliente. Gracias Haddad, por haber creído en Sao Paulo y haber puesto todo tu empeño en hacerla mejor. Los que amamos esta ciudad gris y caótica estamos en deuda contigo. Ojalá tu legado dure muchos años.

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1 Response to Gracias, Haddad

  1. Juan says:

    Amigo, gracias por darnos mas pistas sobre como es Sao Paulo.
    Si puedes, echale un ojo al documental “Bikes Vs. Cars”, que tiene una interesante parte dedicada a Sao Paulo.
    Abrazos desde Köln 🙂

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