La otra música brasileña

Cuando uno piensa en música brasileña, lo normal es que le vengan a la cabeza las melodías de Joao Gilberto y Antonio Carlos Jobim, las letras de Vinicius de Moraes, de Caetano Veloso, de Chico Buarque o las voces de Elis Regina o Astrud Gilberto. Y sí, aunque las canciones de estos gigantes son auténticos himnos en el país, la realidad cotidiana musical toma derroteros bien diferentes y junto a un panorama musical muy interesante, conviven movimientos de calidad más dudosa, cuando no abiertamente lamentable. Eso sí, a la hora de vender discos y promocionarse esta gente la parte. Por hacer un símil con España, Camarón es una leyenda, pero quien vendió siete millones de discos fue Camela.

No siete, sino ciento cincuenta millones de discos son los que ha vendido el grupo brasileño más exitoso de todos los tiempos: Tonico & Tinoco. Este duo de música sertaneja estuvo sesenta años en activo, durante los cuáles realizaron casi 1000 grabaciones repartidas en 83 discos. Pero, ¿qué es eso de la música sertaneja? Pues la música sertaneja es algo que siempre ha estado ahí. Con unos orígenes enraizados en la música tradicional de la zona nordestina, su nombre hace referencia al sertão, el vasto paisaje característico de esta zona del país, fruto del clima caliente y seco. En su forma original, extendida por todo el interior de Brasil, era cantado por dúos, generalmente de hermanos, con letras de amor y bailes alegres. Este sertanejo, llamado caipira o de raíz, dio paso en la década de los 80 a un estilo más urbano y menos rural que se bautizó como “sertanejo romántico”. En algún momento de la historia, el sertanejo incorpora también el acordeón, y de ahí que este instrumento suene también en la última oleada de sertanejo, el llamado “Sertanejo universitario”, en temas como el famoso “Ai se eu te pego!” de Michel Teló (tristemente popularizado por Neymar y Cristiano Ronaldo) o este lamentable “Eu quero tchu eu quero tcha” de João Lucas & Marcelo:

De entre las degeneraciones de la samba merece atención especial el género llamado “pagode“. Se ve que en sus orígenes, al principio de la década de los 80, el pagode incluso molaba. El grupo Fundo do Quintal, por ejemplo, tocaba samba incorporando nuevos instrumentos, y un cantante asociado a esa época, Zeca Pagodinho, tiene temas guapos, como este Maneiras. Sin embargo, a principios de los 90 aparece el llamado pagode romántico, con formaciones como “Exaltasamba“, una especie de Backstreet Boys a la brasileña, con todo lo horrible que eso implica. También aparece en esos años el grupo “É o tchan”, que a pesar de sus bailes sensuales y letras semi-eróticas, fue muy popular entre la infancia de los 90:

Luego tenemos otro movimiento denominado la Jovem Guarda, un estilo deleznable y de nombre engañoso, ya que su máximo exponente es, ni más ni menos que Roberto Carlos, el cantante cristiano de la pata de palo. Coetáneos del Tropicalismo de Caetano Veloso y Os Mutantes (del que no hablaremos hoy, al tratarse de música de calidad), los jovenesguardistas de los años 60 asimilaron las influencias del rock and roll americano para crear un sonido romanticón y comercial, capaz de ignorar los problemas políticos del Brasil de la época y de vender discos como churros. Aquí teneis una canción en la que el hombre que cantaba en español aquello de “Jesuscristo, yo estoy aquí” (sic) le declara su amor a una chica, al más puro estilo psicópata:

En los años 80 el funk carioca apareció en las favelas de Río como una corrupción del funk norteamericano, en concreto de un ritmo denominado Miami-bass. Sus letras son variadas, y el género se subdivide según su temática. Así, en el funk pornográfico hay buenas dosis de sexualidad, mientras que en el funk proibidão se habla de matar polis y ajustar cuentas con otros narcos. Una de las pioneras de la música funk es Verônica Costa, bautizada como “la madre rubia del funk” y que recientemente incluso se ha metido en polìtica. En los años 80 organizó junto a su entonces marido, Rômulo Costa, el llamado “Furacão 2000“, la productora más emblemática del género. Por cierto, lo que bailaban aquellos chavalitos en el video molón que puse hace unos meses era ni más ni menos que funk.

En los últimos años, una nueva corriente de funk ha aparecido en la zona del litoral paulista y se ha extendido hasta la capital del estado. Se llama funk de ostentação y es una especie de fusión del funk carioca con el rap, acompañado de la estética de los raperos estadounidenses (cadenas de oro, coches deportivos, mujeres sexys). Una de las principales razones de su éxito ha sido saber explotar youtube como canal de difusión, Las visitas a los videos de Kondzilla, el principal productor de videoclips del género, se cuentan en millones. Por ejemplo, esta “maravilla” de MC Güimes llamada “Plaque de 100” ha sido vista por más de 36 millones de kinkis.

Os dejo con un video de la sensación del momento: Anitta. De raíces funkeras y con sólo 20 añitos, este muchacha se ha convertido en todo un fenómeno en Brasil. Con un estilo y una imagen más proyectados hacia el mercado internacional, promete intentar hacer sombra a beyoncés y rihannas: